
El "cervecero milagroso"
En la avenida El Dorado con Carrera 20 –pleno centro de Bogotá- está el más antiguo cementerio de la ciudad, uno de los íconos arquitectónicos de la ciudad y pieza fundamental en la memoria del país, el Cementerio Central. En él reposan los restos de importantes líderes políticos y sociales que enmarcaron la línea histórica de Colombia durante los dos últimos siglos como Francisco de Paula Santander, prócer de la independencia; Luis Ángel Arango, quien fuera director del Banco de la República; Nemesio Camacho empresario y político bogotano quien donó los terrenos en los que se construyó el Estadio "El Campín"; Luis Carlos Galán, inmolado líder liberal que fue asesinado en 1989; el General Gustavo Rojas Pinilla, recordado por ser el único dictador que ha tenido Colombia; y la lista de inquilinos famosos en este antiguo camposanto sigue y es bastante larga.
[caption id="attachment_112054" align="aligncenter" width="600"] * Hernán Moreno / Periodista RCN Radio[/caption]
Curiosamente las tumbas de estos grandes personajes, que le han dado tanto a la historia colectiva del país, no son las más visitadas; contrario a lo que la lógica dicta, los sepulcros más visitados son los de personajes más mundanos, aunque no menos relevantes. Nombres como el de Leo Koop, Julio Garavito y Elvira y Victoria Bodmer son mencionados en las oraciones de cientos de feligreses que acuden a los tenebrosos y lúgubres caminos del magno recinto. Aquellos que van a buscar favores del “Altísimo” hacen fila al lado de sus tumbas para que sus “benditas almas” intercedan ante el 'Todopoderoso' por un "milagrito", pero no se trata solo de pedir por pedir, es todo un ritual al que hay que ir con devoción, cumplir lo que se promete, hay que adornar y limpiar las tumbas y -sobre todo- hay que tener mucha fe.
De empresario a 'santo milagroso'

La historia de Leo Kopp en Colombia comenzó en 1886, cuando decidió emigrar de su natal Alemania a las tierras prometedoras de Santander. Su empeño y ganas de salir adelante lo llevaron a crear varias empresas en el país, la más importante de ellas aún sobrevive hoy, Bavaria. A finales del siglo XIX y principios del XX la empresa cervecera del señor Kopp daba empleo a unas 2000 personas en todo el país, lo que representaba un verdadero récord si tenemos en cuenta que en esos tiempo las empresas más grandes tenía entre 200 y 300 trabajadores. Además de tener la fuerza laboral más grande del país, Kopp también veía la necesidad de mantener motivados a sus trabajadores, por lo que decidió darle varios incentivos como buenos salarios, facilidades para conseguir vivienda, buenos horarios de trabajo, etc. Eso lo convirtió en un gran patrón para la época y luego de su muerte –en septiembre 1927- en un santo patrono para las personas que buscaban empleo. El empresario alemán falleció en un pequeño pueblo cerca a La Mesa (Cundinamarca) pero con su deceso no se olvidó su nombre, todo lo contrario, con el paso de los años, las personas que trabajaron para él frecuentaban su tumba para agradecer por las obras que realizó en vida y, por qué no, pedirle uno que otro favor desde el más allá, aunque no se conoce la fecha exacta de su primer milagro, si es un hecho comprobado que el trabajador común comenzó a ver en Leo Kopp a un ‘santo milagroso’.
La fe mueve montañas
[caption id="attachment_112055" align="aligncenter" width="600"] * Hernán Moreno / Periodista RCN Radio[/caption]
Hay que tener en cuenta que si se le quiere pedir a “Don Leo” el ritual para hacer las peticiones comienza en las afueras del monumento sacro, buscando las flores más bonitas para adornar la tumba a la que se le va a pedir, acto seguido el fiel comienza a recorrer los lúgubres caminos que conducen hacia su mausoleo pasando por tumbas que están a punto de caerse, debido al abandono al que se han visto expuestas con el pasar de los años; dos pinos que están al lado de la capilla principal del cementerio orientan a los devotos sobre el lugar del mausoleo en el que está una estatua adornada por donde se le mire de flores -astromelias, cartuchos de rosas y claveles de un arcoíris de colores-. Por lo general los lunes son los días que más visitas recibe este “santo” del pueblo, ya que es el día de las benditas almas y es cuando más se les debe agradecer, así lo asegura doña María del Rosario, quien a sus 75 años asegura que ha perdido la cuenta del número de milagros que le ha hecho Don Leo, como ella muy cariñosamente le llama. Su cabello de color plata -teñido así por el paso de los años- es cubierto por una pañoleta negra, sus manos arrugadas por las siete décadas en este mundo se posan sobre la cabeza de la estatua, se empina como puede para acercarse al oído del Pensador de Rodín, allí comienza a recitar una oración: "Señor Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador inefable y gran arquitecto del universo, que nos diste el Siervo de Leo. S. Kopp (…)". Lo primero que hace es agradecer por lo que él le ha concedido, luego encomienda a todos sus familiares a la protección divina. En medio de sus oraciones, una lágrima se desliza por su mejilla, “Leito querido te agradezco por cada día que me regalas en este mundo y por darle trabajo a mis hijos. Nunca nos ha faltado un plato de comida en nuestro hogar y eso es gracias a ti” dice mientras recuerda los momentos duros que le ha toca superar en sus largo paso por esta vida.
Mientras limpia el mausoleo, esta mujer de 75 años dice que “la fe mueve montañas y cuando uno tiene un problema, la fe con la que debe pedirle al santo al que usted le tenga devoción para que interceda ante el Señor debe ser mucho más grande que el mismo problema, nunca hay que pedir sin fe porque ese es como un mensaje que no tiene un destino”. Acto seguido agrega “Créame mijo que yo tengo más experiencia de la que me gustaría, don Leo solo intercede si siente la fe en usted”.
Cómo acto de cierre de este ritual de devoción, doña Rosario se arrodilla frente a la estatua de bronce, se persigna, agacha su cabeza durante unos segundos, sale del mausoleo y retoma el camino que la conducirá a su vida cotidiana, esa vida en la que ella asegura que “es importante tener a los santos de nuestro lado para que nunca nos falte nada”.
* Hernán Moreno / Periodista RCN Radio