19 Feb 2018 09:19 PM

DIGA QUE FUE UN SANTO

DIGA QUE FUE UN SANTO

Cuentan que murió un reconocido capo de la delincuencia y su hermano ofreció una gran suma de dinero a un predicador para que celebrara el funeral con la condición que debía decir que el fallecido era un santo; de inmediato el predicador dijo: No lo puedo decir, su hermano era reconocido por su maldad y peligrosidad. Su interlocutor le dijo que si no lo hacía, no le daría el dinero, y además, le mataría toda la familia. Le dio un plazo de una hora para reconsiderar su decisión. Antes de la hora, el predicador llamó diciéndole que haría lo solicitado.

Al oficiar el funeral, comenzó el sermón diciendo: Ese hombre, cuyo cuerpo ven allí, era lo más vil y despreciable, delinquía y hacía daño a la sociedad…, el hermano se levantó y se dispuso a desenfundar su arma, pero el predicador continuo diciendo: … pero comparado con el hermano, era un santo.

Así cumplió con lo acordado.

Dios no tendrá por inocente al culpable, no importa la fama o fortuna, a Dios no lo podemos sobornar o amenazar. Aunque a veces intentamos manipularle con el dolor, escasez y sufrimiento nuestro; a Dios no lo mueve tanto nuestra situación, al brazo de Dios realmente lo mueve nuestra fe.

Comprar buena opinión con dinero o amenazas solo mostrará baja autoestima, pensar que se vale por lo que se tiene, llevará dolor a nuestra vida, no podremos entender la sincera amistad o el verdadero amor; Dios es el dueño de todo y nos ama de verdad.

Hay que amar sin dudar

Por Mario Gil Gómez (Tomado de Alimento para el Alma)