EL ALPINISTA
EL ALPINISTA
Cuentan que un alpinista, inicio su travesía después de años de preparación, buscando la gloria para él.
Empezó a subir, se le hizo tarde, pero decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. La noche cayó y ya no se podía ver absolutamente nada.
Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y cayó vertiginosamente.
En esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir, de repente sintió un tirón. Había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar:
- ¡Ayúdame Dios mío!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contesto:
- ¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- Sálvame Dios mío, decía él.
- ¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?
A lo que el Alpinista respondía:
- Por supuesto, Señor.
- ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE.
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda, dudó y no la cortó.
El equipo de rescate al otro día lo encontró congelado, muerto y agarrando con fuerza la cuerda... ¡a tan sólo dos metros del suelo!
Dice la palabra de Dios en el libro de Proverbios 3:5 “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia”.