11 Jul 2015 06:01 AM

EL CORAZÓN DEL CIRUJANO

EL CORAZÓN DEL CIRUJANO

El quirófano estaba iluminado. Los médicos se veían muy diligentes y profesionales. Todo se hallaba pulcro y limpio, tal como debe estar cuando se hacen operaciones al corazón. Y el doctor Juan José Prieto, de Santiago de Chile, le estaba realizando una intervención quirúrgica a un paciente.

De repente, mientras explicaba todo el proceso operatorio, el cirujano sintió un mareo, seguido de un agudo dolor en el pecho, y se desmayó. El doctor Prieto había sido víctima de un infarto. Por suerte para él, lo atendieron de inmediato.

El caso del doctor Prieto comprueba que los médicos se enferman tanto como sus pacientes, y que padecen y soportan los mismos males físicos, morales y espirituales que cualquier ser humano.

Hay un dicho que dice “Medico, cúrate a ti mismo”, pero a las palabras de este refrán se les puede dar otra aplicación, no en sentido de burla sino en la forma más literal posible. Como ejemplos tenemos al profesor que les aconseja a sus estudiantes a proceder de cierta manera, mientras que él hace lo opuesto; al policía que le aplica a algunos la ley al pie de la letra, mientras que a otros; y al padre que demanda de su hijo absoluta rectitud y moralidad, mientras que él mismo le es infiel a su esposa, que es la madre de ese hijo. En esos casos no hay duda de que cabe la sentencia: «¡Médico, cúrate a ti mismo!»

Las exigencias que les imponemos a otros ¿las cumplimos nosotros? Si sabemos lo que es bueno, sano y recto, debemos poder hacerlo. No es posible seguir ejemplos que no existen. Con Dios en el corazón somos como el médico que obedece lo que él mismo aconseja. El da la motivación y la fuerza. Entreguémosle nuestro corazón, y Él nos dará una vida nueva.

Seamos ejemplo para los demás. Predica y aplica. Los ojos de nuestros hijos, vecinos, compañeros y amigos, están sobre nosotros.

Bendiciones para todos.