21 Mar 2012 05:26 AM

EL HOMBRE VELA

Hoy es la oportunidad para que se acerque a Jesús, la luz del mundo y pueda desde hoy ser luz para muchas personas que necesitan de su claridad para seguir seguros por el mundo

EL HOMBRE VELA

 Había una vez un hombre llamado ¨Vela¨ que, cansado de las tinieblas y oscuridad que le rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz.

Ese era su deseo, su ambición: ¡recibir luz!. Tener luz. Un día, ¨la luz ¨ llegó con su presencia contagiosa y lo iluminó, lo encendió y Vela, se sintió feliz por haber recibido la luz que había vencido las tinieblas y le daba seguridad a su corazón.

Pero muy pronto se dio cuenta de que el haber recibido la luz, constituía no sólo una alegría, sino también una fuerte exigencia. Sí, tomó conciencia de que para que la luz perdurara en él, tenía que alimentarle desde el interior, tenía que derretirse a diario, tenía que consumirse permanentemente.

Entonces poco a poco fue sintiendo alegría, aunque sufría un poco. Iba entendiendo que su misión era consumirse para poder prestar el servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.

Es verdad que a ratos pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un ¨estar ahí¨ tranquilamente.

Y hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz, para no sentirse tan molesto, para no tener que estar atendiendo a las personas que lo buscaban para que diera luz.

También se dio cuenta de que en el mundo, existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado, de alimentar la luz desde el interior se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.

Más aún, su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y darse cuenta de que existen muchas velas apagadas: unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz, otra por miedo a derretirse ... y las de más allá porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire.

Y se preguntó muy preocupado ¿Podré yo encender otras velas? Y pensando descubrió su vocación de apóstol de la luz.

Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo. Cada día crecía su alegría y su esperanza porque en su diario consumirse, encontraba por todas partes velas:

Velas viejas

Velas hombres

Velas mujeres

Velas jóvenes

Velas recién nacidas.

¿Que clase de vela es usted? 

¿Una vela apagada que va por el mundo sin compartir con otros la luz?

¿Una vela que le da miedo derretirse para ayudar a otros?

Hoy es la oportunidad para que se acerque a Jesús, la luz del mundo y pueda desde hoy ser luz para muchas personas que necesitan de su claridad para seguir seguros por el mundo.

Bendiciones para todos