28 Ago 2018 08:39 PM

ENTREVISTA CON DIOS

ENTREVISTA CON DIOS

 
Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor entrevista de su vida: Iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios.

Esa tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes, se arregló con sus mejores ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Manejó por la avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó un chubasco que produjo un embotellamiento de transito y quedó parado. El tiempo transcurría, eran las 7:30 y la cita era a las 8:00 p.m.

Repentinamente le tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vio a un niño de unos nueve años ofreciéndole su cajita llena de chicles. El hombre sacó algún dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró. Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia.

El hombre abrió la puerta trasera del auto e introdujo al pequeño como pudo al automóvil.

Inmediatamente buscó como salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al hospital de la Cruz Roja más cercana. Ahí entregó al niño, y después de pedir que lo atendiesen de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios.

Sin embargo, el hombre llegó 10 minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le reclamó al cielo: "Dios mío, pero tú te diste cuenta, no llegué a tiempo por el niño,¿ no me pudiste esperar?. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tú?"

Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró una luz y vio en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía el mismo saquito deshilachado, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad.

El hombre, entonces, escuchó en su interior una voz, que le decía:

Hijo mío, no te pude esperar... y salí a tu encuentro.

Muchas veces, buscamos encontrar a Dios en grandes acontecimientos. Esperamos que ÈL se manifieste de manera asombrosa. Claro que Dios lo hace.  Pero olvidamos que en el niño necesitado, el en abuelito olvidado, en la mujer maltratada, en el hombre acusado, también hallamos el rostro de Dios. En su palabra nos recuerda que el tocará a nuestra puerta en condición de necesitado y espera que le reconozcamos.

Bendiciones para todos.