25 Mar 2015 06:37 PM

LA CASA BONITA

LA CASA BONITA

Aquél era un sábado como cualquier otro.

Abordé el autobús y me senté en el primer asiento, para refrescarme un poco con la brisa del camino.
A mitad del camino una mujer abordó el autobús. Vestía harapos, estaba sucia y sostenía un bebé de meses en sus brazos, y a su lado llevaba un niño de no más de cuatro años.

Se sentó a mi lado con el bebé, el otro niño en el asiento contiguo, al otro lado del pasillo. Era una mujer delgada joven en su expresión. Sin embargo, el peso del dolor podía verse a través de sus arrugas prematuras. El niño mayor se veía saludable, vivaracho y muy simpático.

Todos los pasajeros la observaban con preocupación, e incluso con cierto desprecio e incomodidad por la suciedad de sus ropas. De pronto, el niño; miró sonriente por la puerta del autobús y gritó:

- ¡Mira, mami, qué casa tan bonita!
Sólo había un pequeño rancho con unas pocas tablas.

La mujer, con ojos tristes le dijo:
- Sí, hijo, sí.

En aquel momento deseé que el asiento del autobús se abriera y me ocultara, ¡cómo podría quejarme yo después de esto!

Desee quitarme las pocas cosas valiosas que llevaba encima, y dárselas para que cubriera sus necesidades básicas. ¡Qué vergüenza!
En la siguiente parada, la mujer bajó, pero todos en el autobús quedamos con el corazón estrujado y un inmenso nudo en la garganta. Y los que nos llamamos "cristianos", con una sensación de culpa por no  haber cumplido el máncalo:

Dijo Jesús en su palabra "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron". (Mateo 25,40)

Descubrí que la pobreza te hace apreciar y valorar muchas más cosas de las que a diario vemos, y que la belleza está donde la busques.

Bendiciones para todos.