8 Sep 2016 08:24 PM

LA CUCHARA

LA CUCHARA

Un estudiante de zen se quejaba de que no podía meditar: sus pensamientos no se lo permitían. Habló de esto con su maestro diciéndole:

“Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar; cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No puedo meditar… No me dejan en paz”.

El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar… No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa. Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones, a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza.

El maestro entonces le dijo: “Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano. Ahora siéntate y medita”.

El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le ordenó:”¡Deja la cuchara!”.

El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al suelo. Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó:

“Entonces, ahora dime quién agarraba a quién, ¿tú a la cuchara, o la cuchara a ti?

La herramienta más poderosa que posee el ser humano sin duda es la mente, ya que ella es la responsable de registrar todos y cada uno de los eventos en forma consciente o inconsciente que experimentamos a lo largo de nuestra existencia. Por ello la calidad de los pensamientos es importante para un buen vivir.

Dice Dios en su palabra “Piensen en todo lo verdadero, digno de respeto, en todo lo recto, puro, agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en todo lo bueno” (Filipenses 4:8)