LA PUERTA NEGRA
LA PUERTA NEGRA
En un país muy lejano un rey era muy polémico por sus acciones.
Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala en donde debían decidir si morir clavados por flechas de los solados o abrir una puerta negra con sangre en la madera y calaveras a sus lados.
Todos los prisioneros preferían morir atravesados por las fechas antes que pasar por la puerta negra.
Un día, la guerra terminó y uno de los soldados del "pelotón de flechas" le preguntó al polémico rey qué había detrás de aquella puerta negra y horrible.
El rey respondió: ábrela y veras.
El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y vio un campo hermoso que apuntaba a un gran camino. El soldado se dio cuenta que la puerta negra llevaba hacia la libertad.
Esa puerta negra y fea muchas veces son nuestros miedos. El miedo a lo desconocido, a no ser capaz, una inseguridad que paraliza, o una frustración. Miedo a asumir riesgos. Creo que en muchos momentos de nuestra vida tenemos puertas negras.
La palabra de Dios afirma en 2 Timoteo 1:7 “Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio”