
LAS MANOS DEL ABUELO
LAS MANOS DEL ABUELO
Por Ricardo Hinestroza
Mi abuelo alguna vez me dijo:
“piensa en tus manos, cómo te han servido a través de los años. Estas manos, arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida. Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a juntarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté de sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien especial.
Temblaron cuando enterré a mis padres y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen juntando para orar.
Estas manos Dios las tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Con ellas, podré tocar el rostro de Cristo”.
Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo para llevarlo a su casa eterna.
¿Usamos nuestras manos para abrazar y expresar cariño y afecto o las utilizamos para extender nuestra ira y rechazo?
Qué DIOS nos dé SABIDURIA.
Bendiciones para todos.