9 Feb 2017 06:47 PM

LOS PEQUEÑOS DETALLES

LOS PEQUEÑOS DETALLES

Aquella mañana el rey Ricardo se preparaba para la batalla más importante de su vida, acosado por el ejército de Enrique Tudor, Conde de Richmond.

Ansioso y soberbio, Ricardo mandó enfurecido a un sirviente a comprobar si su caballo favorito estaba listo para la batalla. El sirviente, asustado, le ordenó al herrero que preparaba al corcel.

Con una barra de hierro el pobre herrero moldeó de prisa las cuatro herraduras calvándolas en  los cascos del caballo. Al llegar a la cuarta pata se dio cuenta que le faltaba un clavo para completar la tarea. Como pudo arregló el asunto para evitar la ira real y entregó el caballo, con deficiencias en la última herradura.

Tras el choque de los ejércitos y estando el rey Ricardo en lo más duro de la batalla, observó que sus soldados retrocedían ante el empuje de los contrarios. Montado en su caballo se lanzó a cruzar el campo de batalla para infundir valor a los suyos.

Fue en ese momento cuando su caballo perdió la herradura mal fijada, tropezó, e hizo caer al rey a tierra. Asustado, el caballo se alejó de Ricardo, que quedó a merced de los enemigos mientras sus soldados daban media vuelta y se alejaban presos del pánico.

Es entonces cuando Ricardo, tomando asustado su espada, gritó: ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!

Pero no había caballo  para él. Ya era tarde. Los soldados de Enrique Tudor asesinaron a Ricardo quien murió reclamando algo tan simple como un caballo a cambio de su mayor y más valiosa posesión: su reino.

Por un clavo se perdió una herradura.

Por una herradura se perdió un caballo.

Por un caballo se perdió una batalla.

Por una batalla se perdió un reino.

Qué importante es tener en cuenta los pequeños detalles, dejar a un lado la prisa, hacer estudios previos antes de adelantar asuntos de importancia. La ansiedad, soberbia y avaricia se pueden multiplicar en quienes nos rodean y nuestro futuro puede depender de un simple clavo.

Cuando todo se viene abajo, somos capaces de ofrecer, desesperados, la más preciada de nuestras posesiones a cambio de algo mucho menor pero inmensamente más necesario en el momento.

No menospreciemos los pequeños detalles, porque muchas veces nos hacen ganar las batallas.