17 Mayo 2018 07:43 PM

REGALO SIN ENVOLTURA

REGALO SIN ENVOLTURA

 

Un joven que es­taba a punto de graduarse, hacía muchos me­ses admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia de autos.

Llegó el día de la graduación, y su padre le llamó. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo.

Curioso y de algún modo de­cepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia con cubierta de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo: “Todo el di­nero que tienes y ¡sólo me das esta Biblia!” Y salió furioso de la casa.

Pasaron muchos años y el jo­ven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita fami­lia, pero cuando supo que su padre, ya anciano, esta­ba enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.

Antes de que pudiera partir a verlo, recibió un telegrama don­de decía que su padre había muerto y le había heredado to­das sus posesiones, por lo que necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, su corazón se llenó de una gran tristeza y arrepentimien­to. Empezó a ver todos los do­cumentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado.

Con lágrimas la abrió y em­pezó a hojear sus páginas.

Su padre cuidadosamente ha­bía subrayado un versículo en Mateo. 7:11: “Pues si ustedes siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial les dará aquello que le pidan?”.

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia.

Tenía una tarjeta de la agen­cia de autos donde había visto ese auto deportivo que tanto deseaba. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras:

TOTALMENTE PAGADO.

¿CUANTAS VECES HE­MOS RECHAZADO Y PERDI­DO LAS BENDICIONES DE DIOS PORQUE NO VIENEN    ENVUELTAS EN PAQUETES,    COMO NOSOTROS SIEMPRE ESPERAMOS?