8 Sep 2017 07:47 PM

RESTAURADOS

RESTAURADOS

 

Sharon y su esposo decidieron comprar una casa encantadora construida en 1911. Tenía ventanas de vidrio emplomado, armarios empotrados, una escalera secreta y el invernadero, lo que la hacía muy especial.

Un día, un amigo de la pareja les mencionó que el cielo raso bajo de la sala y del comedor no eran típicos de aquel tiempo. Perforaron un pequeño agujero en el yeso pero no se podía ver, de modo que abrieron un espacio suficientemente grande como para pasar la cabeza y mirar.

Cuando el esposo de Sharon y su amigo se asomaron por el hueco, sorprendidos tiraron abajo el resto del cielo raso, porque oculto durante años por el yeso polvoriento podían verse hermosas molduras representando coronas y vigas que embellecían todo el salón.

Aquel espacio se transformó rápidamente en algo grandioso.

Sharon y su esposo se preguntaban por qué alguien había cubierto semejante belleza en la casa.

Algo parecido puede suceder en nuestras vidas. Tal vez permitimos que las faltas y malas acciones tape aquella persona que Dios quiere que seamos. Cuando trabajamos junto a Dios para retirar con cuidado la basura de nuestras vidas, nuevamente podemos ver la belleza y la obra artesanal de nuestro Señor.

No podemos más que alabar a nuestro Creador y Constructor.

La obra santificadora de Dios puede restaurarnos.

1 Tesalonicenses 5:23 nos recuerda “Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo.

Inspirado en Sharon Setzer (El Aposento Alto)