1 Nov 2018 05:20 PM

SEPARADO

SEPARADO

Por Pablo Finkenbinder 

El juez golpeó la mesa con el martillo y pronunció la sentencia: «Concedida la demanda. Gregory queda separado de Raquel.» Quien se separaba era un niño de doce años de edad.

El menor había solicitado, en un tribunal de la Florida en los Estados Unidos, separarse de su madre Raquel para poder ser adoptado legalmente por George y Liz, la pareja que lo había abrigado de amor. El juez concedió esta extraña separación porque Raquel, la madre, había abandonado por completo a su hijo prácticamente desde que nació.

En la actualidad las separaciones ó los divorcios no son excepcionales, pero este es singular porque lo solicitó un niño de doce. La madre era drogadicta, frecuentaba bares y clubes nocturnos. En los doce años de la vida de Gregory, Raquel nunca fue una verdadera madre.

Gregory nunca tuvo cariño, ni educación ni cuidado. En cambio, la otra pareja le dio al niño: amor, protección, consejos y la palabra mágica «hogar».

El hogar y la familia están sufriendo de desapego de los padres hacia los hijos, la libertad excesiva, los vicios desenfrenados.

¿Qué consecuencias trae este derrumbe del hogar, especialmente entre los adolescentes? Drogadicción, pandillaje, relaciones sexuales prematuras, embarazos indeseados, delincuencia juvenil. Todos estos males tienen origen en hogares que sólo son casas, cuatro paredes frías sin alma.

¿De dónde proceden todos estos males sociales? De un divorcio con los valores, un divorcio con Dios.

Hay sanidad en la familia cuando se restablece la comunión. Dejemos que Dios controle nuestra vida, nuestro matrimonio nuestro hogar, todo lo cambia para bien.

Bendiciones para todos.