7 Mar 2017 09:17 PM

TODOS SOMO ÁGUILAS

TODOS SOMO ÁGUILAS

 

Un campesino fue al bosque con el objeto de atrapar un pájaro para tenerlo cautivo en su casa. Consiguió cazar un pichón de águila y lo puso en el gallinero, junto con las gallinas, donde recibía el mismo tratamiento que estas.

Después de cinco años, el campesino recibió la visita de un veterinario. Mientras paseaban por el jardín, este dijo:

—Ese pájaro no es una gallina; es un águila.

—Así es —contestó el campesino. Pero yo la crie como gallina y ya no es un águila. Se transformó en una gallina como las otras, a pesar de tener alas de casi tres metros.

—Se equivoca —replicó el veterinario—. Ella es y será siempre un águila, pues tiene corazón de águila. Ese corazón la hará volar a las alturas algún día.

—No, no —insistió el campesino—. Se convirtió en gallina, y jamás volará como águila.

Luego de varios intentos al lado de las gallinas, el águila regresaba a ellas.

Entonces decidieron hacer una prueba. El veterinario la llevó a las afueras de la ciudad, lejos de las gallinas, la levantó y dijo:

—Ya que eres un águila, perteneces al cielo y no a la tierra, ¡abre tus alas y vuela...!

El ave miró alrededor. Temblaba, como si se enfrentara a una nueva vida. El veterinario la tomó firmemente, la puso en dirección al sol, para que sus ojos pudiesen ver el horizonte, y la arrojó al vacío. En ese momento, el águila abrió sus potentes alas, se levantó, soberana, sobre sí misma. Se alejó volando, cada vez más alto, hasta confundirse con el azul del firmamento.

Todos los hombres nacemos como águilas. Pero si alguien nos hace pensar como gallinas, es posible que creamos que eso somos. Pero somos águilas, debemos aprender a volar. No nos contentemos con los granos que nos arrojan a los pies para picotear.