3 Dic 2018 09:10 PM

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

Por Pablo Finkenbinder

Eran tres niños, hermanitos los tres, de seis, siete y ocho años de edad. Con ojos aterrorizados y temblando de miedo, no podían dejar de mirar. ¿Qué estaban mirando? Veían cómo su padre le daba una paliza brutal a su madre. Sucede muy a menudo.

El hombre enfurecido, a la vista de sus tres hijitos, golpeaba brutalmente a su esposa. ¿Cuál era la causa? Nadie sabe. Los niños sólo decían: “Papá estaba muy enojado”.  Una palabra lo describe todo: violencia.

La violencia doméstica, no es nada nuevo. En los periódicos, en los noticieros y en los tribunales sí lo es. Es algo que ha recrudecido en las últimas décadas.

La violencia nace en el corazón. Está adentro y sólo necesita una muy pequeña provocación para estallar.

Decimos que es culpa de la mujer, o de los hijos, o del jefe o de otro, pero no lo es. Procede del corazón herido y confundido que vierte su frustración sobre los que están más cerca. Cuando el tronco está malo, todo el árbol lo está. Cuando el corazón vive en amargura, la persona en la que late reacciona con violencia.

¿Y qué de los hijos? No hay nada en todo el mundo que frustre y confunda y atemorice más al niño que ver a sus padres peleándose, especialmente cuando son encuentros violentos. Y si la criatura tiene dos, tres o cuatro años de edad, esos disgustos tienen efectos desastrosos que afectan toda su vida. Un sociólogo investigador dijo: “Cuanto más violenta es la pareja, más violentos son los hijos”

La violencia viene de generación en generación. Es hora de cortar esa herencia.

Jesús, el Hijo de Dios, dijo: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27).

Entreguémosle nuestro corazón a Jesús. Si el enojo ha sido nuestra debilidad, hagamos una sincera declaración de humilde arrepentimiento. Dios nos conoce y quiere ayudarnos. Permitámosle entrar en nuestro corazón. Él nos renovará en lo más profundo de nuestro ser.

Bendiciones para todos.