3 Nov 2012 05:28 AM

VIVIR A PRÉSTAMO

La humanidad entera está viviendo de prestado. Vive a crédito. La vida que todos recibimos al nacer no es realmente una vida propia. No somos nosotros mismos autores de ella. Es una vida prestada, que Dios nos presta , dándonos con ella voluntad propia. Podemos usarla obedeciendo a sus recomendaciones divinas u obedeciendo a antojos egoístas.
VIVIR A PRÉSTAMO

Por el Hermano Pablo

Durante dos años y medio se dio la gran vida. Compró ropa fina en la tienda más cara de Londres. Cuando voló en avión, lo hizo siempre en primera clase. Visitó todos los lugares turísticos de Europa. Se alojó sólo en hoteles de cinco estrellas y pagó fiestas  para todos sus amigos.

Sin embargo, a los dos años se le acabó esa gran vida. Mark Aklon, de dieciocho años de edad, tuvo que rendir cuentas a la justicia por haber robado la tarjeta de crédito de su padre, un millonario inglés. Debía nada menos que setecientos cincuenta mil dólares. Locamente había «vivido a prestamo».

Desgraciadamente, el caso de este joven inglés no es único. Tuvo la suerte, o la desgracia, de ser hijo de un padre muy rico y de llevar su mismo nombre. Durante más de dos años vivió de lo lindo con amigos y amigas, paseando por casi toda Europa. Hasta que un día todo se le acabó. La tarjeta fue cancelada.

«Vivir a préstamo» significa vivir usando algo a lo cual no tenemos derecho. Significa vivir con lo que no nos hemos ganado con nuestro propio esfuerzo o por nuestros propios méritos. Un hombre al cual se le hizo un trasplante de corazón, y vivió ocho años más, dijo: «Estoy viviendo a préstamo», y tenía razón. Esos ocho años extras de su vida fueron un préstamo.

La humanidad entera está viviendo de prestado. Vive a crédito. La vida que todos recibimos al nacer no es realmente una vida propia. No somos nosotros mismos autores de ella. Es una vida prestada, que Dios nos presta , dándonos con ella voluntad propia. Podemos usarla obedeciendo a sus recomendaciones divinas u obedeciendo a antojos egoístas.

La salud, la inteligencia, la capacidad de trabajo, los días de nuestra vida, todo eso no es realmente nuestro.

Esa es  nuestra vida. Llegará el día cuando nuestro tiempo se acabará y Dios reclamará lo que es suyo. En ese día tendremos que devolver el aliento que Él nos dio. Por eso es importante que ahora, en vida, nos preguntemos: ¿Qué le presentaré entonces a Dios?

Bendiciones para todos