
Madre de subteniente muerto en curso de lanceros se pregunta si hubo negligencia en la búsqueda
El pasado primero de julio, Elián Sebastián Beltrán Vanegas llamó a su madre, Claudia Vanegas, para contarle una noticia que lo llenaba de orgullo: que ingresaría al curso de lanceros en el Fuerte Militar de Tolemaida.
Elián Sebastián tenía todo a su favor para labrarse un futuro exitoso en el Ejército: unos días antes, en junio, había sido ascendido al grado de subteniente. El joven estaba al tanto de las exigencias del entrenamiento al que estaba a punto de someterse, pero también sabía que sería un paso clave para cumplir su máximo anhelo de destacarse en una institución a la que adoraba.
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Cuando llamó a su madre a contarle, lo hizo con su estilo bromista, alegre. Un estilo que le servía para darle ánimos en los momentos más duros. "Me hace bromas y me manifiesta que se iba para el curso porque había pasado los exámenes. Que quería ser el mejor", cuenta ella en entrevista con Alerta Bogotá 104.4 FM.
"Después de eso, no volví a saber de él hasta hace un par de días que llegué a casa y mi hija estaba alterada y me dio la noticia de que él estaba desaparecido".
"¿Por qué buscaron río abajo y no descartaron la posibilidad de que estuvieran debajo del ferri?"
La desaparición del subteniente Beltrán Vanegas
El pasado 14 de julio, Beltrán Vanegas y los también subtenientes Jhonatan Cortés Salamanca y Nicolás Chaparro Guillén estaban junto a otros ocho compañeros haciendo una de las actividades más exigentes del curso de lanceros: "se desplazaban en una balsa improvisada como parte del acondicionamiento táctico", según informó el Ejército en su momento.
Sobre el mediodía, los once uniformados estaban en el sector de Isla del Sol (Cundinamarca), sobre el río Magdalena, cuando la corriente los arrastró hasta un "planchón tipo ferri". Desde ese momento se perdió el rastro de Cortés Salamanca, Chaparro Guillén y Beltrán Vanegas.
"Los militares contaban con chalecos salvavidas y habían superado las pruebas físicas exigidas, incluyendo natación. El ejercicio hacía parte del plan de estudios del curso", explicó el Ejército cuando informó de la desaparición.
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Un día después, el 15 de julio, se confirmó la fatal noticia: los tres subtenientes habían sido encontrados sin vida.
En efecto, Claudia Vanegas temía que el Ejército le arrebatara a su hijo, pero no de la forma en que sucedió: "Me refería a que él se iba a comprometer con la institución y que la institución iba a ser su otra familia y que ya nosotros no lo íbamos a tener cerca. A eso me refería yo, que lo iba a perder, pero no se me pasó por la cabeza que algún día me lo iban a entregar en un ataúd".
#ComunicaciónOficial | El Comando de @ejercito_cedoc se permite ampliar la información sobre los hechos ocurridos el pasado 14 de julio:
1. Luego de transcurridas 24 horas de búsqueda, fueron hallados sin vida los cuerpos de nuestros tres alumnos de la Escuela de Lanceros.… pic.twitter.com/pNVCvPw7jf
— Ejército Nacional de Colombia (@COL_EJERCITO) July 15, 2025
"¿Por qué no buscaron debajo del ferri?"
Claudia es enfática: quiere que se investigue a fondo qué pasó y que se resuelven varias dudas que le surgen en torno a las labores de búsqueda. Para ella, no se entiende que no hayan buscado en la zona donde la corriente arrastró la balsa.
"Lo que yo opine sería como algo arrebatado, por así decirlo, porque sinceramente yo no he hablado con gente que conozca, con peritos, con gente que conozca la situación. Lo que rumores de pasillo me han comentado es que hay posibilidad de que sí haya habido una negligencia", comenta.
"En mi ignorancia, yo como una mujer común, si ocurre algo, un accidente, yo creo que lo más lógico es buscar en el área donde ocurre el accidente. ¿Por qué no se metieron? ¿Por qué no buscaron debajo del ferri? ¿Por qué buscaron río abajo y no descartaron la posibilidad de que estuvieran debajo del ferri?", se pregunta.
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Actualmente, Claudia está en Argentina, donde vive desde hace varios años, pero familiares, amigos y conocidos están haciendo todo lo posible para garantizar su regreso a Colombia, que ella pueda despedir a su hijo y, sobre todo, luchar porque se investigue la muerte.
"Si fue negligencia, lo vamos a investigar. Eso sí, espero contar con las personas adecuadas y que sepan del tema para que me asesoren y poder llegar al final de esto, de este asunto, de saber qué ocurrió realmente".
Una vida militar atada a la tragedia
"A todo el mundo se lo puedo decir: mi hijo no era bueno, mi hijo era extraordinario". Con esas palabras, Claudia evoca la vida de Elián Sebastián, que desde niño siempre quiso ingresar al Ejército. Un anhelo que ella también se esforzó por inculcar.
"Dios me bendijo con cuatro hijos maravillosos. Y recuerdo que cuando nacían, yo decía: 'Uno más que va a prestar el servicio militar'. El respeto, el amor por la institución lo tuve siempre gracias a mi papá, que nos llevaba los desfiles del 20 de Julio, a ver estos hombres y mujeres marchando con orgullo, llevando el nombre de la institución en alto".
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"Mis hijos de chicos jugaban a los pistoleros, a los soldados, a entrenar. Fueron creciendo y cambiaron esas armas de palo, de juguete, por armas reales. Mis hijos amaron la institución, mi hijo amaba lo que hacía. Fue feliz".
El primero en irse al Ejército fue el hijo mayor, Camilo, que no perdía oportunidad para decirle a Elián Sebastián "que se incorporara, que era muy bonito estar en la institución".
Camilo murió en circunstancias que Claudia prefiere no mencionar. Sin embargo, eso no disuadió al otro joven: cinco meses después de la muerte de su hermano, entró al Ejército.
Ahora, el dolor de esta mujer es incomesurable. Desde el momento en que su hija y su cuñada le contaron de la desaparición, el mundo se le desplomó.
"Se te desgarra todo por dentro. Se siente un dolor profundo. Inmediatamente llega a mi mente que hace aproximadamente cinco años sepulté a mi hijo mayor. ¿Cómo me siento? Me siento impotente. Sentimientos encontrados, mucho remordimiento".
"Voy a extrañar sus risas, sus bromas, porque era muy bromista con su hermana, conmigo, de tomarnos el pelo, de hacernos reír. Era ese motor que hacía que yo avanzara", cuenta entre lágrimas.