El puente 'fantasma' de Juan Amarillo
El puente 'fantasma' de Juan Amarillo
Alcaldía de Bogotá - Pixabay
1 Mayo 2025 09:29 PM

El puente que jamás se terminó y que es sede de brujería

Jhonatan
Bello Florez
El puente es escenario de bandas delincuenciales, así como de presencia e brujería.

Bogotá sorprende, a veces, no por lo que tiene, sino por lo que quedó a medio camino. En medio del ruido y el corre-corre cotidiano, hay espacios que invitan a detenerse. No porque estén diseñados para eso, sino porque su mera existencia desconcierta. Uno de esos lugares está en el occidente de la ciudad: un puente solitario que no lleva a ningún lado, sin acceso, sin camino, pero ahí sigue, firme, como el vestigio de una promesa inconclusa.

Lo más curioso es que este puente fantasma se levanta sobre uno de los ecosistemas más valiosos de Bogotá: el humedal Juan Amarillo, también conocido como Tibabuyes. Este espacio natural, compartido por Suba y Engativá, es el humedal más grande de la sabana y un punto clave en la red hídrica que alimenta al río Bogotá. Entre juncos, garzas y patos, aparece esta estructura sin sentido aparente, desconectada por completo del entorno.

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Una obra sin destino en el humedal Juan Amarillo

La historia tomó relevancia gracias al youtuber bogotano Diego Andariego, conocido por recorrer y documentar los rincones menos visibles de la ciudad. En uno de sus videos, mostró cómo llegó hasta este puente elevado, moderno y terminado, pero completamente aislado. Sin senderos, sin escaleras, sin rastro de haber sido utilizado. “Un puente fantasma”, como lo llama èl..

Según relata Andariego, la estructura formaba parte de un proyecto más ambicioso: la construcción de un parque ecológico dentro del humedal, con senderos, zonas de esparcimiento y acceso para los ciudadanos. La idea parecía atractiva desde el papel, pero no contó con el respaldo de la comunidad.

Vecinos, ambientalistas y líderes locales alzaron la voz. Argumentaron que intervenir una reserva ecológica de esta magnitud pondría en riesgo la fauna, la flora y el equilibrio natural del humedal. Las movilizaciones surtieron efecto: el proyecto fue suspendido. Pero para entonces, el puente ya estaba ahí, construido sin haberse ganado primero el consenso.

Hoy, la estructura permanece sin uso ni mantenimiento. No hay planes públicos visibles para su aprovechamiento ni para su retiro. El puente quedó como una cicatriz urbana, testigo de una obra pública que se adelantó sin escuchar a la gente. Pero también es un símbolo: de cómo el desarrollo no siempre significa construir, y de que, a veces, la mejor decisión es no intervenir.

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Video del puente de Juan Amarillo

 

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Fuente
Alerta Bogotá