Hurtos de motos suben en Bogotá: ¿qué localidades están más calientes?

Bogotá enfrenta una situación compleja en materia de seguridad. Entre enero y octubre de 2025 se registraron más de 132.000 robos, según la Personería Distrital. El hurto a personas lidera la lista con 113.148 casos, lo que significa que cada día más de 300 ciudadanos son víctimas de este delito. Sin embargo, el robo de motocicletas se ha convertido en una problemática que afecta la tranquilidad de miles de bogotanos.

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¿Dónde se concentran los hurtos de motos?

De acuerdo con la Secretaría Distrital de Seguridad, las localidades con mayor incremento en el hurto de motos son Santa Fe, Usme, Fontibón y La Candelaria. Los días más críticos son martes y miércoles en la noche, cuando las bandas delincuenciales aprovechan la baja presencia de autoridades. “La percepción de inseguridad no es solo sensación, es una realidad que se vive en las calles”, afirmó Joseph Plaza, quien relató cómo su equipo evitó un robo en pleno centro cuando dos sujetos rondaban una moto estacionada.

Las cifras que revelan el problema

En lo corrido del año, Bogotá acumula 3.944 casos de hurto de motocicletas, una cifra que, aunque representa una disminución del 17% frente a 2024, sigue siendo alarmante por la concentración en zonas específicas. Algunas localidades muestran incrementos preocupantes:

• Santa Fe: 70 casos (+14,8%)
• Usme: 187 casos (+2,2%)
• Fontibón: 150 casos (+12,8%)
• La Candelaria: 12 casos (+71,4%)

En contraste, localidades como Suba y Kennedy reportaron reducciones significativas, del 37,4% y 29,2%, respectivamente. Aun así, siguen siendo zonas con alta incidencia.

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¿Qué pueden hacer los ciudadanos?

Las autoridades recomiendan medidas básicas como el uso de candados adicionales, evitar dejar la moto en vía pública por largos periodos y reportar cualquier movimiento sospechoso. No obstante, la ciudadanía insiste en que se requieren más controles policiales y estrategias tecnológicas para frenar esta modalidad delictiva. La pregunta sigue abierta: ¿es suficiente la prevención individual o se necesita una respuesta más contundente del Estado?