En el corazón de Rafael Uribe Uribe, un sector históricamente golpeado por problemáticas sociales y un déficit de zonas verdes, surgió un proyecto que transformó el paisaje urbano y llenó de color la vida de cientos de ciudadanos.
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Se trata de las siete maravillas florales del Gustavo Restrepo, un jardín que es testimonio de creatividad, innovación en el diseño paisajístico y un homenaje a la perseverancia y al trabajo en equipo.
El responsable de esta transformación es Sting Ávila, ingeniero agrónomo con especialización en pedagogía y docencia universitaria, quien lidera un equipo de diez operarios encargados de mantener en pie 61 proyectos de jardinería en el sur de la capital.
Bajo su guía, un terreno que parecía destinado al abandono hoy florece con más de 4.200 plantas que se entrelazan en figuras geométricas únicas.
¿Dónde están ubicadas las siete maravillas florales?
El nuevo jardín se encuentra en el separador de la carrera 12D con calle 27 sur, muy cerca de la entrada al bosque urbano de San Carlos, un ecosistema reconocido por sus altos eucaliptos y su riqueza natural.
Antes de convertirse en un referente de color y biodiversidad, este lugar había sido un espacio deteriorado, lleno de escombros y con un bajo nivel de iluminación. Sin embargo, tras un proceso de planeación minuciosa, la zona fue escogida por su potencial y el compromiso de la comunidad vecina, que se mostró dispuesta a proteger las nuevas jardineras.
La intervención cubre 312 metros cuadrados, un área superior a la de tres proyectos de jardinería que se habían perdido por las dinámicas sociales en distintos barrios de la localidad.
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¿Cómo se diseñaron las jardineras triangulares?
La visión de Sting Ávila fue dar vida a siete jardineras triangulares, cada una con cinco figuras internas que albergan especies diferentes.
El trazado, inspirado en las enseñanzas de Jorge Rodríguez, un maestro en jardinería del Jardín Botánico de Bogotá, fue pensado para generar un efecto visual de movimiento.
Los triángulos se intercalaron de manera que los pares apuntan hacia el oriente y los impares hacia el occidente, formando caminos en zigzag que sorprenden a los peatones, ciclistas y conductores que transitan por la carrera 12D.
En total, el espacio reúne 4.227 plantas de cinco especies propagadas en el vivero de La Florida: hiedra uña de gato, sietecueros rastrero, botón de oro, suelda con suelda morada y melena de león.
Su organización alterna entre las jardineras pares e impares, de manera que el visitante percibe un tapete vivo y cambiante en cada paso.
Un tapete floral que conduce al bosque de San Carlos
Las siete maravillas florales se han convertido en un corredor verde que conecta a los habitantes del barrio Gustavo Restrepo con el bosque urbano de San Carlos, el mayor pulmón natural del sur de Bogotá.
Este espacio de 312 metros cuadrados actúa como antesala al ecosistema, donde más de 400 árboles y arbustos de 30 especies diferentes han sido plantados en los últimos años por el Jardín Botánico.
La iniciativa refuerza el compromiso institucional con la biodiversidad y la lucha contra la pérdida de espacios verdes en la ciudad.
Durante el proceso, la comunidad jugó un papel clave. Vecinos y comerciantes aplaudieron el trabajo, se comprometieron a cuidar el jardín, regarlo en temporadas de sequía y mantenerlo protegido frente a los daños más comunes: las pisadas indebidas y los desechos de las mascotas.
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Un homenaje que florece para la comunidad
Más allá de su impacto ambiental, el proyecto es también un tributo personal. Sting Ávila reconoce que estas figuras triangulares son un homenaje a su maestro Jorge Rodríguez, quien le inculcó la importancia de la precisión y la creatividad en cada diseño.
La ejecución tomó más de tres semanas y requirió técnicas de jardinería, logística para el traslado de tierra abonada, herramientas y plantas. Hoy, el resultado es un paisaje vibrante que refleja esfuerzo, disciplina y amor por la naturaleza.
El Jardín Botánico de Bogotá continuará con el mantenimiento integral, pero el compromiso ciudadano es la clave para que las siete maravillas florales del Gustavo Restrepo sigan floreciendo.
Este proyecto es, en definitiva, una muestra de cómo la unión entre comunidad y conocimiento técnico puede cambiar la cara de una ciudad.