
El puente peatonal más largo de Bogotá está solo y sucio: piden demolerlo
En el sur de la capital, entre las avenidas del sector de Meissen, en la localidad de Ciudad Bolívar, se levanta una estructura que en su momento fue considerada un símbolo de progreso: el puente peatonal más largo de Bogotá. Sin embargo, hoy luce vacío, deteriorado y sin el uso para el que fue construido. Los habitantes del sector aseguran que el paso elevado se convirtió en un espacio inseguro y piden que sea demolido.
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El exalcalde local de Tunjuelito, Joseph Plaza, visitó recientemente el lugar y conversó con varios peatones para conocer por qué el puente permanece desolado. “¿Sumercé cree que ese puente sirve para algo?”, preguntó Plaza en una de sus entrevistas callejeras. “Para nada, ni lo utilizan. Pasan 10, 20, 30 personas, y atracan a 10”, respondió un ciudadano.
Una estructura costosa que pocos usan
De acuerdo con datos del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), el puente fue construido en el año 2011 con una inversión cercana a los 3.360 millones de pesos, mientras que la interventoría tuvo un costo adicional de 470 millones. La estructura, diseñada para conectar ambos costados de la vía principal, cuenta con rampas amplias y accesos para personas con discapacidad. No obstante, los vecinos aseguran que su recorrido puede tardar entre 15 y 20 minutos, lo que desmotiva su uso.
“Es un puente muy largo, uno se demora mucho. Además, está solo y oscuro, da miedo pasarlo, sobre todo en la noche”, comentó una habitante del barrio. Durante el recorrido de Plaza, los transeúntes señalaron que prefieren cruzar por el semáforo cercano, ubicado a menos de 50 metros del puente, donde el cambio de luz tarda aproximadamente 19 segundos. “Por abajo me demoro un minuto y medio, por el puente casi 20. No tiene sentido”, afirmó otro ciudadano.
Inseguridad y falta de planeación, las principales quejas
El abandono del puente también ha generado preocupación por la inseguridad. Los peatones afirman que en las noches el lugar permanece sin iluminación adecuada y se ha convertido en punto de encuentro para delincuentes. “Iba a pasar, pero vi que era muy peligroso, imagínese esa soledad a las 10 o 11 de la noche”, expresó otro residente durante el recorrido.
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Según Plaza, la situación evidencia la necesidad de revisar la planeación y pertinencia de algunas obras públicas. “Más que construir estructuras costosas, se debe pensar en soluciones útiles y seguras para los ciudadanos”, señaló. Los habitantes del sector coinciden en que el puente, más que un beneficio, terminó siendo un obstáculo urbano. Muchos piden que sea desmontado o reemplazado por un cruce a nivel más funcional y seguro.
Mientras tanto, la comunidad de Meissen espera una respuesta por parte de las autoridades distritales sobre el futuro de la estructura. Doce años después de su entrega, el puente peatonal más largo de Bogotá sigue siendo un recordatorio de que la infraestructura no siempre garantiza movilidad si no responde a las necesidades reales de la ciudadanía.