Retos del relleno sanitario más grande de Colombia
Retos del relleno sanitario más grande de Colombia
Relleno sanitario Doña Juana
22 Ago 2025 11:01 AM

La montaña de basura que nunca para: así opera Doña Juana, el relleno más grande de Bogotá

J. Adriana
Pardo
Doña Juana, el gigante de Bogotá, enfrenta retos climáticos y sociales para mantener limpia la ciudad y cuidar a su comunidad.

El relleno sanitario Doña Juana es el principal vertedero de basura de Bogotá, ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar. Inició operaciones el 1 de noviembre de 1988, tras una crisis sanitaria que obligó a cerrar antiguos botaderos en la ciudad.

Concebido como una obra de ingeniería, Doña Juana está diseñado para tratar y disponer los residuos de manera controlada y es fundamental para la limpieza de Bogotá, pero también enfrenta desafíos como derrumbes en años pasados y quejas de las comunidades cercanas por olores e impacto ambiental. Actualmente sigue operando bajo licencia ambiental con planes de ampliación para extender su vida útil.

El relleno sanitario Doña Juana recibe a diario miles de toneladas de basura que producen los bogotanos. Su operación, los retos ambientales y la relación con las comunidades aledañas fueron temas abordados por Andrea Pérez, gerente del Centro de Gerenciamiento de Residuos Doña Juana S.A. ESP, en entrevista con Alerta Bogotá digital. 

La funcionaria explicó cómo funciona este complejo, qué medidas se implementan para mitigar los malos olores y cuál es el futuro del sitio que concentra la disposición final de los residuos de la capital.

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¿Cómo funciona el relleno sanitario Doña Juana?

El relleno sanitario Doña Juana es el gran repositorio de residuos de Bogotá. Según cifras entregadas por Andrea Pérez, gerente del Centro de Gerenciamiento de Residuos (CGR Doña Juana), diariamente ingresan en promedio 6.500 toneladas de basura. Para dimensionarlo, esto equivale a llenar entre dos y tres piscinas olímpicas al día.

Este relleno cuenta con licencia ambiental otorgada hasta el primer semestre de 2029, y funciona bajo un sistema técnico de disposición controlada. Allí, los residuos se ubican en lo que la gerente denomina “domos o montañas”, estructuras diseñadas con capas de arcilla, geomembranas, filtros y chimeneas que permiten controlar los lixiviados y gases que se generan por la descomposición de la basura.

“Estamos en capacidad de seguir recibiendo residuos hasta el 2029; sin embargo, radicamos hace más de dos años un nuevo estudio de impacto ambiental para buscar ampliar la vida útil del relleno”, explicó Pérez en la entrevista.

¿Cómo funciona la operación diaria de la recolección y el enterramiento controlado de las basuras?

El ciclo comienza cuando los camiones recolectores llegan desde diferentes puntos de la ciudad. Allí descargan la basura en un espacio especialmente diseñado que luego es intervenido por maquinaria pesada como bulldozers, que distribuyen los residuos y comienzan la conformación de los domos.

Cada domo se cubre progresivamente con tierra, arcilla y pasto, lo que permite controlar el impacto visual y sanitario. Paralelamente, se instalan chimeneas para la quema de gases, principalmente metano, que genera los olores característicos del relleno. Parte de este gas es captado por una concesión adicional que lo convierte en energía.

“La gente piensa que esto es un botadero, pero en realidad es una obra de ingeniería enorme que requiere estudios, controles y operación técnica diaria”, afirmó la gerente.

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¿Qué estrategias se están implementando para mitigar los malos olores que causan afectaciones a la comunidad?

Uno de los temas más sensibles para los habitantes de barrios aledaños como Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo ha sido el impacto de los olores y la proliferación de moscas. Estas quejas han derivado en protestas ciudadanas en varias ocasiones durante los últimos años.

Pérez explicó que existen factores climáticos difíciles de controlar, especialmente los llamados microclimas, cuando llueve y escampa de manera intermitente.

“La basura mojada se convierte en un gran reto, porque no permite cubrir de inmediato los residuos. Eso intensifica los olores y atrae vectores como las moscas”. Afirmó la funcionaria.

Para mitigar el impacto, la empresa realiza fumigaciones regulares dentro y fuera del relleno, entrega insumos a la comunidad y ha duplicado el número de chimeneas para la quema de gases. Según la gerente, los estudios han mostrado que los olores son molestos, pero no generan afectaciones comprobadas a la salud.

Adicionalmente, CGR Doña Juana cuenta con un programa de responsabilidad social que incluye jornadas médicas en alianza con universidades y el Distrito. Allí se brindan servicios de salud a trabajadores y habitantes de la zona, además de campañas de esterilización y vacunación para animales domésticos que viven en el área de influencia.

¿Qué puede hacer como ciudadano para ayudar a mitigar el impacto ambiental?

Más allá de la operación técnica, Andrea Pérez subrayó que existe una responsabilidad compartida entre la empresa, las autoridades y la ciudadanía. “Si los bogotanos no separamos la basura desde la fuente, el problema siempre será mayor. Un papel mojado o una botella mezclada con restos orgánicos ya no sirven para el reciclaje”, explicó.

Los recuperadores ambientales, organizados en asociaciones reconocidas por la UAESP (Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos), cumplen un rol clave en este proceso. Ellos se encargan de recoger materiales reciclables o aprovechables directamente en hogares y conjuntos residenciales, evitando que lleguen a Doña Juana. Separar residuos peligrosos como pilas, medicamentos vencidos, bombillas o jeringas también es vital para no sobrecargar el relleno ni poner en riesgo a los trabajadores.

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¿Hay futuro para el relleno sanitario Doña Juana?

El relleno sanitario de Bogotá no solo es el más grande del país, sino que también es el segundo en tamaño de toda Latinoamérica. Su operación es estratégica para la ciudad, pero enfrenta el reto de garantizar sostenibilidad, mitigar impactos ambientales y extender su vida útil.

“La clave está en fortalecer el reciclaje en origen, reducir la cantidad de residuos que llegan al relleno y explorar alternativas sostenibles de aprovechamiento de residuos”, concluyó Pérez, insistiendo en que la transformación cultural del manejo de basuras en Bogotá depende de todos.

Con esta entrevista exclusiva de Alerta Bogotá, queda claro que Doña Juana es mucho más que un simple botadero: es un complejo de ingeniería que sostiene la limpieza de la ciudad, pero cuyo futuro depende, en gran medida, de los hábitos de quienes la habitan.

Fuente
Alerta Bogotá Digital