
Bogotá está estrenando una nueva cara en medio de las grandes obras de infraestructura.
El imponente puente vehicular curvo de la avenida 68 con calle 26, pensado para mejorar la movilidad del transporte público masivo, dejó atrás la imagen gris del concreto para llenarse de vida gracias a un proyecto paisajístico liderado por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y el Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
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Más de 1.400 plantas de distintas especies, muchas de ellas nativas, ahora trepan por las columnas y muros de la estructura, ofreciendo belleza visual y un refugio para polinizadores como mariposas y abejas.
Este esfuerzo busca transformar un espacio netamente urbano en un pulmón verde que conecta con la biodiversidad de la capital.
¿Cómo nació la idea de convertir el puente en un jardín vivo?
La iniciativa surgió antes de la apertura del puente, cuando el IDU invitó al Jardín Botánico a renaturalizar la obra.
El propósito era integrar el cemento con la naturaleza mediante jardines verticales y coberturas vegetales que aportaran color y frescura al entorno.
Los equipos de ingenieros y jardineros escogieron cuidadosamente siete especies que hoy visten de tonos naranjas, blancos, rojos, morados y amarillos a esta nueva infraestructura. Entre ellas están la capuchina, el manto de María, la salvia bogotana y el algodoncillo, planta vital para la mariposa monarca.
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Especies nativas que transforman la movilidad y la ciudad
Cada planta elegida cumple un papel ecológico: desde atraer insectos polinizadores hasta aportar resistencia en condiciones de alta contaminación.
La propuesta contempla ocho jardines distribuidos en seis columnas y dos muros, con un área de 164,7 metros cuadrados.
El diseño mezcla técnicas tradicionales de jardinería urbana con los principios de muros verdes, lo que permite que las especies trepadoras ganen altura y las demás protejan el suelo como una barrera natural.
Con ello, el puente mejora la movilidad de 7.500 usuarios por sentido en hora pico y se convierte en un símbolo de integración entre infraestructura y medio ambiente.
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Beneficios ambientales y sociales de los jardines urbanos
Además del impacto estético, los jardines del puente vehicular de la avenida 68 con calle 26 fortalecen la biodiversidad de la ciudad. Ofrecen alimento a las abejas y mariposas, contribuyen a la purificación del aire y generan un espacio más agradable para quienes circulan por la zona.
Este proyecto es pionero en Bogotá y abre la puerta a futuras investigaciones del Jardín Botánico sobre el comportamiento de las especies nativas en entornos urbanos. Si los resultados son positivos, la experiencia podría replicarse en otras vías principales y convertirse en un modelo de renaturalización para la capital.