
¿De verdad se vive sabroso en EE.UU.? En Alerta Bogotá, colombianos confesaron las duras y las maduras
En el programa Alerta Culebreros de Alerta Bogotá, dos colombianos compartieron sus experiencias viviendo en Estados Unidos. Aunque ambos llegaron en busca de oportunidades, sus relatos muestran realidades distintas: uno desde la lucha diaria como inmigrante y otro desde la estabilidad alcanzada tras más de una década en ese país.
“Me vine sin nada y ya tengo mi casita en Colombia”
El primer testimonio llegó desde Millbury, Massachusetts, donde un colombiano narró cómo ha construido su vida durante los últimos cuatro años. Llegó junto a su hijo, sin papeles y pagando 45 millones de pesos a un coyote para cruzar desde México hasta la frontera.
“Yo llegué hace cuatro años, ya cumplí cuatro años. Estoy en Boston, que es ciudad santuario, pero la migración ya está entrando hasta esas ciudades”, relató. Aunque reconoció que la situación se ha puesto “muy pesada”, aseguró que su disciplina le ha permitido sostenerse.
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“Yo trabajo en una compañía china, vivo con ellos, me dan comida y renta. En este momento no pago nada y lo que gano lo mando para Colombia”, contó, y reconoció que gracias a esos envíos pudo comprar una casa en Medellín.
“Ya terminé de pagar mi casita y gracias al Señor lo logré”. Sin embargo, tuvo que devolver a su hijo a Colombia, porque no podía cuidarlo mientras trabajaba largas jornadas. “Aquí el que trabaja ve la plata. Si uno hace 16 horas diarias a 18 dólares la hora, eso rinde”, concluyó.
“Aquí también se puede progresar con estabilidad”
Desde Carolina del Norte, otro colombiano contrastó su visión, asegurando que la vida en EE. UU. puede ofrecer estabilidad si se logra una integración adecuada.
“Yo llevo 11 años acá, tengo mi esposa y mis hijos. A mí también me tocó duro cuando llegué, pero este país es distinto. Aquí hay organización y seguridad. Usted puede conseguir casa, trabajo y lo que quiera, sin necesidad de alardear”, afirmó.
Explicó que su llegada fue a través de una visa, tras conocer a la que hoy es su esposa. “Ella es americana y mis tres hijos nacieron aquí. Si uno se adapta y paga impuestos, puede tener tarjetas de crédito, carro del año o casa, incluso sin papeles”, señaló.
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Sobre las llamadas ciudades santuario, aclaró que no se trata de permisos de trabajo, sino de protección contra la deportación: “Cuando tú estás fuera de una ciudad santuario, un policía te puede parar y llamar a migración. Aquí eso no pasa”.
Resaltó la educación gratuita que reciben sus hijos: “Mis niños hablan español e inglés y están aprendiendo mandarín. En Colombia eso sería muy difícil de conseguir sin pagar mucho dinero”.
Aunque mantiene lazos con su país, descartó regresar de manera definitiva: “En Estados Unidos usted puede salir con un celular en la mano o con un reloj y no le pasa nada. Yo amo a Colombia, pero por mi familia prefiero quedarme acá”.