Con la fuerza del Pacífico corriendo por sus venas, Benedicta Montaño Vidal convirtió la herencia de sus ancestros en una marca que honra la tradición y la sabiduría de su tierra natal.
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Desde su emprendimiento Don Be, esta mujer de 51 años, oriunda de Guapi, Cauca, ha logrado posicionar las bebidas tradicionales del Pacífico en el corazón de Bogotá, transformando el viche, el arrechón y la tomaseca en símbolos de identidad, memoria y resistencia femenina.
Criada en la vereda San Antonio de Guajuí, esta emprendedora aprendió desde niña a reconocer el poder curativo de las plantas y los frutos del territorio.
Su conocimiento nació del ejemplo de su abuelo Benedicto Montaño, a quien rinde homenaje con el nombre de su marca. Con Don Be, Benedicta decidió mantener viva la tradición del viche, una bebida ancestral que acompaña los momentos más significativos en las comunidades afro del Pacífico colombiano.
"Don Be nace como un homenaje a mi abuelo y a la gente del Pacífico. Quise mantener viva la sabiduría de mis ancestros, pero también abrirle las puertas a quienes no conocían nuestra cultura", comenta con orgullo.
Su historia comenzó en Bogotá, donde trabajó como empleada doméstica. Con esfuerzo y los primeros ahorros, empezó a producir bebidas artesanales que ofrecía a familiares y amigos. Lo que empezó como un sueño embotellado en recipientes de gaseosa se convirtió en una empresa que hoy enorgullece a toda una región.
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El viche, el arrechón y la tomaseca: bebidas que cuentan historias del Pacífico
Cada sorbo de las bebidas que produce Don Be guarda la esencia de una tradición viva. Durante más de 15 años, Benedicta ha perfeccionado el arte de transformar los frutos del Pacífico en productos únicos. En su taller, cada botella encierra un propósito:
La tomaseca, elaborada con más de 40 plantas medicinales, ayuda a limpiar las vías urinarias y revitalizar el cuerpo.
El viche curao, reposado con bejucos y hierbas amargas, mejora la digestión y la circulación.
La crema de viche con naidí, además de su sabor suave y aromático, actúa como un energizante natural.
Para conservar la autenticidad de su producción, Benedicta trabaja de la mano de su hermana Hipólita, quien desde Guapi garantiza la llegada del viche puro hasta Bogotá.
"Cada insumo que utilizo pasa por las manos de campesinos del Pacífico. Así fortalecemos la economía de nuestro territorio y mantenemos la identidad cultural", asegura con orgullo.
Estas bebidas no solo representan un legado ancestral, sino también una forma de reconexión con las raíces afrodescendientes, recordando que el viche no es solo una bebida, sino un símbolo de resistencia, medicina y espiritualidad.
Don Be y el apoyo del IPES: un ejemplo de emprendimiento con identidad
El crecimiento de Don Be ha sido acompañado por el Instituto para la Economía Social (IPES), a través de su programa CityEmprende, una estrategia que en 2025 ha fortalecido a más de 1.100 emprendedores y vendedores informales en la capital.
Gracias a este apoyo, Benedicta ha recibido formación en temas de formalización, ventas y uso de tecnologías para potenciar su marca.
"El IPES nos ha enseñado a organizarnos, a planear y a darle valor a nuestras ideas. Nos acompañan con cariño y creen en el talento de quienes venimos desde abajo", señala Benedicta.
Gracias a esta articulación, Don Be ha participado en ferias como la Feria de Verano de Bogotá, +Talante de la Cámara de Comercio y Café a la Plaza, donde cientos de capitalinos han descubierto los sabores, aromas y saberes del Pacífico. Estos espacios no solo han fortalecido su presencia comercial, sino que también han generado alianzas que abren nuevas oportunidades para las mujeres emprendedoras.
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Mujeres del Pacífico que inspiran con su sabor y su fuerza
Más allá de un negocio, Don Be representa una forma de honrar el territorio y rescatar los conocimientos transmitidos de generación en generación. Para Benedicta, emprender es una manera de sanar, compartir y empoderar.
"Mi madre decía que donde una mujer pone el alma, florece el territorio. Y eso hago todos los días: ponerle alma a mi trabajo para que mis raíces sigan vivas", expresa con emoción.
Su historia refleja el espíritu de miles de mujeres afrodescendientes que han llevado su cultura más allá del litoral, conquistando espacios con sabor, arte y sabiduría. En Bogotá, el viche, la tomaseca y el arrechón ya no son bebidas exóticas, sino símbolos de unión y orgullo colombiano.
Don Be se ha convertido en un puente entre la tradición del Pacífico y la vida urbana, recordando que el país se enriquece cuando las raíces se comparten con amor.