
Una ciudadela 'fantasma': los millonarios conjuntos que están abandonados
En Bogotá, donde tener casa propia es uno de los retos más grandes para muchas familias, hay dos conjuntos residenciales que se convirtieron en el reflejo de una promesa incumplida. En los límites entre lo urbano y lo rural, en la localidad de Engativá, cerca del barrio Bolivia, se levantaron los proyectos San Remo y Mónaco. Aunque sus nombres evocaban bienestar y modernidad, la realidad es muy distinta: hoy son estructuras vacías, sin vida, atrapadas en un limbo legal y urbano.
Más de 300 familias invirtieron sus ahorros y sus sueños en este proyecto de la reconocida constructora Cusezar. Algunos lograron recuperar su dinero, pero muchos siguen esperando. Donde antes había renders coloridos y maquetas con jardines, ahora solo queda polvo, pasillos desiertos y balcones sin estrenar.
Le puede interesar: El puente que jamás se terminó y que es sede de brujería
Conjuntos 'fantasma': viviendas basadas en promesas
Todo comenzó en los años 80, cuando se autorizó urbanizar esa zona de la ciudad. En 1997 se definió un plano urbano que incluía una vía principal: la avenida El Cortijo. Pero la vía jamás se construyó. Lo que sí se levantaron fueron los conjuntos residenciales, que empezaron a venderse en 2014. Se firmaron contratos, comenzaron las obras y parecía que todo iba por buen camino.
Pero en 2016, todo cambió. Un conjunto vecino interpuso una acción popular, argumentando que San Remo y Mónaco estaban construidos sobre suelo reservado para espacio público. En 2020, la justicia falló a su favor y ordenó que en seis meses el terreno debía estar libre de edificaciones. Sin embargo, esa orden nunca se cumplió.
Cusezar apeló, señalando que el plano urbano que sustentaba la decisión estaba desactualizado. Afirmaron que el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial ya no exigía la vía, que el Distrito nunca había adquirido formalmente el terreno y que demolerlo todo sería una pérdida sin compensación.
Un caso sin solución y con muchas preguntas
En 2023, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ratificó el fallo. En 2024, el Consejo de Estado aceptó revisar el caso, pero en abril de 2025 ya se había vencido el plazo de seis meses sin que se cumpliera la sentencia. Hasta ahora, nadie ha dicho cómo se ejecutará ese fallo. Y aunque el documento judicial nunca mencionó expresamente la palabra “demoler”, el terreno sigue intacto.
Los edificios continúan allí, abandonados, sin terminar y sin habitantes. Solo hay un par de guardias que vigilan las estructuras solitarias. Incluso hay un perro que patrulla el lote, en el que también pastan vacas como si fuera una finca más que un conjunto residencial.
No deje de leer: Cierres viales hasta el 4 de mayo: evento masivo paralizará la capital
¿Qué futuro les espera a San Remo y Mónaco?
Las entidades distritales no se ponen de acuerdo. Planeación Distrital hace visitas técnicas, la Secretaría de Hábitat responsabiliza a la Alcaldía Local, y esta, a su vez, guarda silencio. La gran pregunta es: ¿deben demoler los conjuntos?, ¿es posible aprovechar lo construido?, ¿quién responde por los compradores?
Mientras tanto, el concreto se agrieta, la humedad avanza y el proyecto se deteriora. Lo que alguna vez fue una esperanza de vida digna hoy es un símbolo del abandono institucional.
Para muchas de las familias afectadas, esto no es solo un problema financiero. Es un dolor emocional difícil de medir. Como expresó uno de los compradores:
"Aquí lo que se rompió no fue solo un contrato, fue la ilusión de tener un hogar”.