
Últimamente, se ha venido hablando sobre el kéfir de leche, una bebida fermentada de fácil preparación, textura cremosa y alto valor nutricional.
Esta se elabora a partir de la fermentación de leche con nódulos o granos de kéfir, los cuales contienen una combinación simbiótica de bacterias y levaduras beneficiosas para el organismo.
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El kéfir se diferencia del yogur por su proceso de fermentación y diversidad microbiana, es decir, es un probiótico de amplio espectro. De acuerdo con investigaciones publicadas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la FAO, esta bebida ayuda a mejorar la flora intestinal, reforzar el sistema inmunológico, reducir la inflamación y favorecer la digestión.
Además, el kéfir de leche es rico en proteínas, calcio, vitaminas del complejo B y ácidos orgánicos que fortalecen la salud ósea, regulan el metabolismo y contribuyen al equilibrio del sistema nervioso.
Por estas razones, ha sido recomendado por nutricionistas y profesionales de la salud como una alternativa natural para mejorar el bienestar general, especialmente en personas con problemas digestivos o defensas bajas.
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¿Cómo hacer kéfir de leche en casa?
Preparar kéfir en casa es un proceso sencillo, económico y que no requiere equipos u objetos especiales.
Los ingredientes básicos son leche (puede ser entera, semidescremada o deslactosada) y granos de kéfir, los cuales pueden conseguirse a través de cultivos donados o adquiridos en tiendas especializadas en productos naturales.
Ingredientes:
- 1 cucharada de granos de kéfir (15 g aproximadamente)
- 500 ml de leche fresca
- 1 frasco de vidrio con tapa (sin cierre hermético)
- 1 colador plástico y una cuchara de madera o silicona
Preparación:
- Colocar los granos de kéfir en el frasco limpio y agregar la leche.
- Tapar de forma ligera (no sellar herméticamente) para permitir la salida de gases durante la fermentación.
- Dejar reposar a temperatura ambiente, en un lugar oscuro, durante 24 horas.
- Una vez fermentado, colar la bebida para separar los granos.
El líquido obtenido se puede consumir inmediatamente o guardar en refrigeración por hasta 3 días.
Los granos colados pueden reutilizarse para una nueva fermentación. Con el paso del tiempo, estos se multiplican, lo que permite compartirlos o conservar una reserva para más preparaciones.
¿Qué cuidados necesita el kéfir para que dure más?
El kéfir es un organismo vivo que necesita condiciones adecuadas para mantenerse activo y saludable.
Para prolongar la vida útil de los granos y asegurar su efectividad, es importante tener en cuenta los siguientes cuidados:
- Higiene: todo el proceso debe hacerse con utensilios limpios. Se recomienda evitar el contacto con metal, ya que puede dañar la microbiota de los granos.
- Temperatura: la fermentación debe hacerse a temperatura ambiente (entre 20 y 25 °C). En climas muy cálidos, puede fermentarse más rápido, por lo que se sugiere revisar el estado de la bebida cada 12 horas.
- Almacenamiento: si no se va a preparar kéfir por varios días, los granos pueden conservarse en un frasco con leche dentro de la nevera por hasta una semana. Para conservarlos por más tiempo, pueden congelarse en leche o deshidratarse.
- Alimentación continua: los granos deben alimentarse con leche fresca de manera regular. Si se dejan sin alimento, mueren y pierden su capacidad fermentadora.
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¿Qué se puede hacer con el kéfir además de beberlo?
El kéfir de leche también puede utilizarse como base para diversas recetas saludables. Su sabor ligeramente ácido y textura espesa lo convierten en un excelente sustituto del yogur, la crema agria o incluso la mayonesa en preparaciones caseras.
Entre sus usos más comunes se encuentran:
- Batidos y smoothies: mezclado con frutas, semillas y avena.
- Aderezos para ensaladas: combinado con especias y limón.
- Postres naturales: como helados caseros, pudines o mezclado con miel y nueces.
- Panificación: utilizado como sustituto del suero de leche en panes y tortas.
Además, el kéfir también se ha empleado de forma tópica en mascarillas faciales naturales debido a sus propiedades antibacterianas y regenerativas, especialmente en pieles sensibles o propensas al acné.